domingo, 3 de febrero de 2019

EMBRIOLOGÍA DEL SISTEMA EXCRETOR E HISTOLOGÍA DEL RIÑÓN

A nivel funcional, el aparato urogenital se puede dividir en aparato urinario (excretor) y el aparato genital (reproductor). Desde el punto de vista embriológico, estos sistemas están asociados estrechamente. También se relacionan en el plano anatómico, especialmente en varones adultos; por ejemplo, la uretra transporta tanto orina como esperma. Aunque ambos aparatos se encuentran separados en las mujeres adultas normales, la uretra y la vagina se abren a un pequeño espacio, el vestíbulo, entre los labios menores. El aparato urogenital se desarrollo a partir del mesodermo intermedio, que se extiende a lo largo de la pared corporal dorsal del embrión.
Durante el plegamiento del embrión en el plano horizontal, este mesodermo es arrastrado ventralmente y pierde su conexión con los somitas. Se forma una elevación longitudinal del mesodermo, la cresta urogenital, a cada lado de la aorta dorsal, que da lugar a partes de los aparatos urinario y genital. La parte de la cresta urogenital que origina el aparato urinario es el cordón o cresta nefrogena; la parte que forma el aparato genital es la cresta gonadal.  El aparato urinario inicia su desarrollo antes que el aparato genital, y consta de:

  • Los riñones, que excretan la orina 
  •  Los uréteres, que transportan orina desde los riñones hasta la vejiga 
  •  La vejiga urinaria, que almacena temporalmente la orina 
  •  La uretra, que conduce la orina desde la vejiga hasta el exterior.       Resultado de imagen para embriologia del sistema excretor  
  •          SISTEMAS RENALES                                                                                              Durante la vida intrauterina se forman tres sistemas renales ligeramente superpuestos, que de sentido cefálico a caudal son: el pronefros, el cual es rudimentario y no llega a funciona, y que es similar al que tienen los peces primitivos; el mesonefros, que puede funcionar por un breve tiempo a inicios del período fetal, los cuales son análogos a los que tiene los anfibios, y el metanefros, que forma el riñón definitivo y permanente.
Pronefros 
Al comienzo de la cuarta semana, en el embrión humano el pronefros esta representado por 7 a 10 grupos celulares macizos en la región cervical. Estos grupos forman unidades vestigiales excretoras, los nefrotomas, que experimentan regresión antes de que se originen los más caudales. Al final de la cuarta semana desaparece cualquier indicio del sistema pronefrico.

Mesonefros
El mesonefros y los conductos mesonèfricos derivan del mesodermo intermedio de los segmentos torácicos superiores a lumbares superiores. Durante la regresión del sistema pronefrico, a comienzos de la cuarta semana de desarrollo, aparecen los primeros túbulos excretores del mesonefros. Estos se alargan rápidamente adoptan la forma de una asa en forma de S y adquieren un ovillo de capilares que constituyen el glomérulo en su extremo medial. Los túbulos forman alrededor de los glomérulos la capsula de Bowman, y estas estructuras en conjunto constituyen el corpúsculo renal. En el extremo opuesto, el túbulo desemboca en un conducto colector longitudinal denominado conducto mesonefrico o de Wolff. 
A mediados del segundo mes de desarrollo, el mesonefros da lugar a un órgano ovoide voluminoso a cada lado de la línea media, la gónada. Como esta gónada en desarrollo esta situada en el lado interno del mesonefros, el relieve producido por ambos órganos se denomina cresta urogenital.
Mientras los túbulos caudales están aun en diferenciación, los túbulos y glomérulos craneales muestran cambios degenerativos y la mayor parte ha desaparecido a fines del segundo mes. Sin embrago, en el varón persisten algunos túbulos caudales y el conducto mesonefrico, que participan en la formación del aparato genital, pero en la mujer desaparecen por completo.

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Metanefros 
Durante la quinta semana del desarrollo aparece un tercer órgano urinario, el Metanefros o riñón definitivo. Sus unidades excretoras se desarrollan a partir del mesodermo metanèfrico de manera análoga a como lo hacen en el sistema mesonèfrico. El desarrollo de conductos difiere del de los otros sistemas renales. 

Sistema colector: Los túbulos colectores del riñón definitivo se desarrollan a partir del brote ureteral, que es una evaginación del conducto mesonèfrico próxima a su desembocadura en la cloaca. El brote se introduce en el tejido metanèfrico, el cual, forma una caperuza sobre su extremo distal. Posteriormente, el esbozo se dilata para dar origen a la pelvis renal definitiva y se divide en una porción craneal y otra caudal, los futuros cálices mayores. 
Cada cáliz forma dos nuevos brotes al introducirse en el tejido metanèfrico, los cuales siguen subdividiéndose hasta constituir 12 generaciones de túbulos o más. Mientras que en la periferie aparecen más túbulos hasta el final del quinto mes, los túbulos de segundo orden crecen e incorporan a los de la tercera y cuarta generación formando los cálices menores de la pelvis renal. Al continuar el desarrollo, los túbulos colectores de la quinta generación y de las generaciones sucesivas se alargan considerablemente y convergen en el cáliz menor, donde forman la pirámide renal. En consecuencia el brote ureteral origina: el uréter, la pelvis renal, los cálices mayores y menores y entre uno a tres millones de túbulos colectores.

Sistema excretor: Cada túbulo colector neoformado esta cubierto en el extremo distal por un capuchón de tejido metanèfrico. Por influencia inductora del túbulo, las células del capuchón forman pequeñas vesículas, las vesículas renales, que a su vez forman túbulos más pequeños en forma de S. los capilares crecen dentro de una concavidad en uno de los extremos de la S y se diferencian en glomérulos. Los túbulos, junto con sus glomérulos, forman las nefronas o unidades excretoras. El extremo proximal de cada nefrona constituye la capsula de Bowman, en cuya profunda concavidad esta incluido el glomérulo. El extremo distal mantiene una comunicación franca con uno de los túbulos colectores y establece de tal modo una vía de paso desde la capsula de Bowman a la unidad colectora.  

El alargamiento continuo del tubo excretor da como resultado la formación del túbulo contorneado proximal, el asa de Henle y el túbulo contorneado distal. En consecuencia, el riñón tiene dos orígenes en su desarrollo: a) el mesodermo metanèfrico, que proporciona las unidades excretoras, y b) el brote ureteral, que da origen al sistema colector. Las nefronas se forman hasta en nacimiento, momento en el que hay alrededor de un millón en cada riñón. La producción de orina se inicia tempranamente en la gestación, poco después de la diferenciación de los capilares glomerulares, que comienzan a formarse en la decima semana. En el momento del nacimiento, los riñones tiene un aspecto lobulado, pero durante la infancia la lobulaciòn desaparece por el crecimiento ulterior de la nefronas, a pesar de que el numero de estas no aumenta.


EMBRIOLOGÍA DEL RIÑÓN
El desarrollo del riñón ocurre al mismo tiempo que la morfogénesis de la gónada, en este proceso participa el mesodermo intermedio. Durante el plegamiento horizontal del embrión, el mesodermo intermedio pierde su conexión con los somitas y el mesodermo lateral para formar una elevación longitudinal bilateral llamada reborde urogenital que se encuentra a los lados de la línea media extendiéndose desde la futura región cervical hasta la región pélvica en desarrollo.
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Mediante la expresión del gen supresor del tumor de Wilms 1 (WT1) y del gen DAX1, el reborde urogenital se subdivide longitudinalmente en dos regiones: el reborde gonadal, localizado hacia la región medial a los lados de la aorta y el cordón nefrógeno situado lateralmente.
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La morfogénesis renal se lleva a cabo en el cordón nefrógeno en el cual se forman tres sistemas renales en dirección cráneo-caudal, dichos sistemas son los llamados pronefros, mesonefros y metanefros. La formación de cada uno de estos sistemas es importante debido a que la presencia de cada etapa se requiere como inductor para el desarrollo de la siguiente.

HISTOLOGÍA DEL RIÑÓN

Los riñones son órganos pares que se localizan en la parte posterior de la cavidad abdominal, en el retroperitoneo, en humanos a la altura de la octava vértebra lumbar. Tienen forma de alubia con la zona convexa orientada hacia la parte lateral del cuerpo y la cóncava hacia la zona medial. Es por esta última parte, en una zona denominada hilio, por donde las arterias renales suministran sangre a los riñones y las venas renales lo drenan. Por el hilio también salen los conductos que recogen la orina para llevarla hasta la vejiga urinaria.
El riñón está rodeado por gran cantidad de tejido adiposo. En la parte dorsal de cada riñón, encastradas en esta grasa, se encuentran las cápsulas suprarrenales, que son glándulas endocrinas. La capa más externa del riñón se denomina cápsula, formada por tejido conectivo. En muchas especies es una fina capa de conectivo, pero en otras, como en humanos, se puede dividir en dos partes: externa e interna. La externa está formada por fibroblastos y fibras de colágeno, mientras que la interna contiene miofibroblastos, los cuales permiten resistir los aumentos de presión del riñón. En la zona del hilio la cápsula se continúa con el conjuntivo de los conductos y vasos sanguíneos.
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Debajo de la cápsula está la corteza renal, de un color rojizo debido a la gran cantidad de vasos sanguíneos que contiene. En la corteza se encuentran los corpúsculos renales de las nefronas, así como los túbulos contorneados proximales y distales, que en su conjunto forman los laberintos corticales. Espaciadas más o menos regularmente se encuentran en la corteza unas líneas o estrías (no visibles en esta imagen de rata) que se dirigen a las pirámides renales (ver más adelante) y que se denominan rayos o estrías medulares (aunque están en la corteza). Son las asociaciones de los túbulos rectos, proximales y distales de la nefrona, y los túbulos colectores.

Los túbulos contorneados y corpúsculos renales sólo están en la corteza, mientras que los túbulos rectos y los túbulos colectores se extienden hasta la capa más interna denominada médula. Sobre todo los túbulos colectores y los conductos colectores, éstos de mayor calibre, se disponen en haces grandes que conforman estructuras en forma de pirámide, con la punta señalando hacia el hilio y la base en contacto con la corteza. A cada una de estas pirámides se les llama pirámides renales o medulares. En humanos hay de 8 a 18 pirámides renales en cada riñón, mientras que en otras especies como en la rata sólo hay una. En torno a las pirámides y en contacto con sus caras laterales, se extiende parte de la corteza. En las pirámides renales se da un proceso de confluencia de túbulos colectores a conductos colectores, cada vez de mayor diámetro.
El vértice de la pirámide se denomina papila. Está perforada y a través de dichas aberturas se libera el filtrado renal en los cálices menores. Éstos últimos son prolongaciones de una estructura colectora denominada cáliz mayor, que a su vez es Los riñones son órganos pares que se localizan en la parte posterior de la cavidad abdominal, en el retroperitoneo, en humanos a la altura de la octava vértebra lumbar. Tienen forma de alubia con la zona convexa orientada hacia la parte lateral del cuerpo y la cóncava hacia la zona medial. Es por esta última parte, en una zona denominada hilio, por donde las arterias renales suministran sangre a los riñones y las venas renales lo drenan. Por el hilio también salen los conductos que recogen la orina para llevarla hasta la vejiga urinaria.
El riñón está rodeado por gran cantidad de tejido adiposo. En la parte dorsal de cada riñón, encastradas en esta grasa, se encuentran las cápsulas suprarrenales, que son glándulas endocrinas. La capa más externa del riñón se denomina cápsula, formada por tejido conectivo. En muchas especies es una fina capa de conectivo, pero en otras, como en humanos, se puede dividir en dos partes: externa e interna. La externa está formada por fibroblastos y fibras de colágeno, mientras que la interna contiene miofibroblastos, los cuales permiten resistir los aumentos de presión del riñón. En la zona del hilio la cápsula se continúa con el conjuntivo de los conductos y vasos sanguíneos.
Debajo de la cápsula está la corteza renal, de un color rojizo debido a la gran cantidad de vasos sanguíneos que contiene. En la corteza se encuentran los corpúsculos renales de las nefronas, así como los túbulos contorneados proximales y distales, que en su conjunto forman los laberintos corticales. Espaciadas más o menos regularmente se encuentran en la corteza unas líneas o estrías (no visibles en esta imagen de rata) que se dirigen a las pirámides renales (ver más adelante) y que se denominan rayos o estrías medulares (aunque están en la corteza). Son las asociaciones de los túbulos rectos, proximales y distales de la nefrona, y los túbulos colectores.
Los túbulos contorneados y corpúsculos renales sólo están en la corteza, mientras que los túbulos rectos y los túbulos colectores se extienden hasta la capa más interna denominada médula. Sobre todo los túbulos colectores y los conductos colectores, éstos de mayor calibre, se disponen en haces grandes que conforman estructuras en forma de pirámide, con la punta señalando hacia el hilio y la base en contacto con la corteza. A cada una de estas pirámides se les llama pirámides renales o medulares. En humanos hay de 8 a 18 pirámides renales en cada riñón, mientras que en otras especies como en la rata sólo hay una. En torno a las pirámides y en contacto con sus caras laterales, se extiende parte de la corteza. En las pirámides renales se da un proceso de confluencia de túbulos colectores a conductos colectores, cada vez de mayor diámetro.
El vértice de la pirámide se denomina papila. Está perforada y a través de dichas aberturas se libera el filtrado renal en los cálices menores. Éstos últimos son prolongaciones de una estructura colectora denominada cáliz mayor, que a su vez es una ramificación de la pelvis renal, la cual finalmente se continúa con el uréter.
una ramificación de la pelvis renal, la cual finalmente se continúa con el uréter.
La función del riñón no es sólo eliminar productos de desecho presentes en la sangre, sino que también controla la concentración de electrolitos, la relación ácido-base y la presión sanguínea. Están inervados por el sistema nervioso periférico de manera que mediante vasoconstricción o vasodilatación pueden regular el flujo sanguíneo a su través.

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